El Sr. Suskind, creo, hizo un buen trabajo de investigación y por lo tanto pudo hacer una buena caricatura del contrabajista.(seguro que tenía algun amigo cercano que lo es)
Justamente me acaban de mandar por mail el siguiente artículo sobre la obra, en el que comenta que su padre era contrabajista:
El contrabajo, de Patrick Süsskind
En la última fila de la orquesta llora, inadvertido, un músico.
Hoy pocos son los que no han leído o al menos oído hablar de ?El perfume?, la historia de un hombre privado de una de las cualidades distintivas de todo ser humano: el olor. Un hombre sin aroma que, convencido del poder que los olores tienen sobre las personas, se empecina en conocerlos y manipularlos a la perfección.
?Porque los hombres podían cerrar los ojos ante la grandeza, ante el horror, ante la belleza y cerrar los oídos a las melodías... pero no podían sustraerse al perfume. Porque el perfume era hermano del aliento... Quien dominaba los olores, dominaba el corazón de los hombres.?
Y tan decidido está este hombre a lograr su cometido que se convierte en asesino de mujeres jóvenes para robarles el aroma que a él le falta.
Patrick Süsskind ?el escritor de las obsesiones? es autor de otras dos novelas, ?La paloma? y ?La historia del señor Sommer?, y de varios cuentos de menor difusión. El éxito alcanzado con ?El Perfume?, publicado en 1985, eclipsó el resto de su obra y relegó a un segundo plano otra de sus facetas como artista: la de dramaturgo y guionista televisivo.
Su primera creación es, de hecho, una obra de teatro que (si bien fue publicada después de ?El perfume?) data de 1981, año en que se estrenó en un teatro de Munich. Se trata de ?El contrabajo?, un monólogo teatral que tiene como únicos protagonistas a un contrabajista y a la música.
Lleno de ironía y humor, este monólogo ?del que nosotros, los lectores, somos interlocutores silenciosos? se desarrolla en una habitación insonorizada por paneles acústicos en la que el protagonista ensaya para un concierto. A lo largo de la obra (que Süsskind nos invita a leer acompañados de la música de Brahms, Wagner, Mozart y Schubert, entre otros) se va descubriendo la relación del músico con su instrumento y con lo que éste representa. Una relación que va del amor al odio, que el protagonista muestra en un principio como un motivo de orgullo ?acaso un falso orgullo? y que va transformándose hasta revelarse como una condena. El contrabajo es, por momentos, digno de los más esmerados cuidados y, a su vez, un monstruo que el músico decide encerrar en el baño para impedir que estorbe. Llega incluso a amenazar con matarlo a golpes.
Lo extraño y contradictorio del vínculo entre este hombre y su contrabajo se ve reflejado en la comparación que hace del instrumento con las dos mujeres que signan su vida: su madre y la mujer que ama.
Dice violar en la figura del contrabajo a su madre y comenta acerca de esta relación simbólicamente incestuosa que es una ?catástrofe moral escrita en el rostro de cada uno de nosotros, los contrabajistas?.
También representa en su instrumento a Sarah, una soprano de la que está enamorado.
?... la imagino en pie delante de mí, muy cerca, como ahora el contrabajo. Y no puedo contenerme, tengo que abrazarla... así... y paso la otra mano... como si fuera el arco... por su trasero... o desde el otro lado, como si estuviera detrás del contrabajo, coloco la mano izquierda sobre sus pechos, igual que en la tercera posición sobre la cuerda de sol... como en un solo... ahora es un poco difícil de imaginar... y la rodeo con la derecha como con el arco, hacia abajo, y después así y así y así...?
Se arrepiente luego de esta comparación y se disculpa por la ?cerdada? de haber confundido a Sarah con un contrabajo.
Pero ?El contrabajo? no es sólo una parábola del amor, ?amor que el protagonista vive siempre como no correspondido?, sino también del fracaso, del costumbrismo, de la cobardía y del resentimiento.
En ?El Perfume?, Grenouille necesita dominar a quienes lo rodean a través de sus perfumes porque de otro modo nadie repararía en él. En ?La paloma?, Jonathan Noel ve su vida tambalearse a extremos absurdos desde el momento en que ve a una paloma apostada en la puerta de su habitación alquilada. Al igual que ellos, el contrabajista de Süsskind se siente un ser insignificante y necesita montar un andamiaje para afianzarse en su identidad que va derribándose a lo largo del monólogo.
En las primeras páginas, defiende orgulloso su función como músico y la de su instrumento, el cimiento sobre el que se apoya el resto de la orquesta:
?Sólo quería dejar bien sentado que el contrabajo es el instrumento central en la orquesta. En el fondo lo sabe todo el mundo, sólo que nadie lo confiesa abiertamente porque el músico de orquesta es por naturaleza un poco celoso.?
Pero los sentimientos contradictorios del personaje no tardan en manifestarse y su actitud inicial acaba por entenderse como una mera pose. Se queja del lugar poco privilegiado que ocupa el contrabajo en la última fila de la orquesta, admite encontrarlo un instrumento horrible e incluso le echa la culpa de no haber ?poseído a ninguna mujer en dos años?.
El contrabajista acaba por mostrarse como un músico que no disfruta lo que hace, que se considera poco talentoso, que ni siquiera se preocupa por estudiar sus partes y que ve en su instrumento a un enemigo.
Süsskind ?para respetar su apellido alemán, deberíamos escribirlo con doble s en lugar de una? condimenta el monólogo con referencias a obras compuestas para contrabajo, que dan a éste un papel de importancia, y con una explicación de su evolución en la historia de la música.
Pianista frustrado e hijo de un contrabajista, nos ofrece, por otra parte, un cuadro magnífico del mundillo de la música. Y se burla de aquel aspecto no tan grato que se da tras bambalinas: la competencia, el divismo, la distancia absurda que se impone entre los músicos de la orquesta y los cantantes. O esa otra idea no menos absurda: las mejores voces son las de tenor y soprano. Una idea que quienes realmente sentimos la música no nos atreveríamos siquiera a sugerir.
No caben dudas de que ?no se pueden cerrar los oídos a la melodía? del contrabajo, y de que a aquellos que hemos vivido la música desde el escenario, este libro siempre nos robará un par de sonrisas... y hasta alguna carcajada.