Estem... bueno la verdad que por mucho que díga la sobrecarga de estudio terminó por hacerme colapsar y ahora tengo una bruta contractura que me hace ver las estrellas... Así que se me ocurrió que sería interesante tener una sección dedicada a las posíbles lesiones que unos u otros tenémos o sobre cómo prevenirlas o que hacer cuando ya estamos en el baile...
Así fue que me puse a buscar alguna explicación sobre esta materia y me encontré con lo siguiente...
Fe de erratas: en donde dice "Deportistas" léase "contrabajista"... Espero que les sirva... al menos a mi me vino bien para entender (sesión de masajes mediante) que no tengo una tendinitis más bien es una importante contractura en el triceps. Si alguno de ustedes ya pasó por esto... y tiene gánas de recordarlo, serán bienvenidas las sugerencias.
Mientras tanto les comparto lo siguienete:
Las contracturas. :molesto:
Las contracturas más frecuentes, y al mismo tiempo las menos graves, se presentan cuando se fuerzan determinados músculos, o grupos musculares, que no están entrenados para ello.
En personas poco acostumbradas a realizar esfuerzos puede desencadenarse una contracción al efectuarse algún movimiento violento o brusco durante una mudanza, una carrera larga o cualquier caída imprevista. También las personas mayores son susceptibles de sufrir este tipo de dolencias, debido a que existe una pérdida general de elasticidad en todas sus articulaciones y grupos musculares, que forma parte del proceso de envejecimiento.
Existen dos tipos de contracturas musculares: aquellas que aparecen cuando se está realizando un ejercicio, y las que se presentan con posterioridad al esfuerzo.
Las del primer tipo se deben a la acumulación de productos metabólicos en el interior del tejido muscular. Cuando un músculo empieza a trabajar requiere energía, que se aporta por el flujo sanguíneo que transporta los nutrientes obtenidos de la alimentación; estas sustancias reaccionan con el oxígeno en el interior del músculo y desprenden la energía necesaria para la contracción de las fibras musculares.
Por medio del flujo sanguíneo se oxigenan y alimentan los músculos, y se eliminan las sustancias tóxicas resultantes. Cuando se realiza un movimiento intenso e inesperado ocurre que, por un lado, los vasos sanguíneos no están desarrollados o dilatados lo suficiente como para poder nutrir el músculo que trabaja y, por otro, son insuficientes para limpiar las fibras musculares de los desechos tóxicos que producen; cuando se liberan estos elementos tóxicos provocan, al propio tiempo, dolor y contracturas en el músculo afectado.
Otra forma también frecuente de contractura es la del segundo tipo, que aparece después del ejercicio físico, por lo general provocada porque alguna de las fibras musculares ha sido distendida o sometida a un trabajo excesivo.
EFECTOS DE LAS LESIONES
Una distensión excesiva, o un traumatismo directo, pueden provocar lesiones en los tejidos musculares o en las articulaciones. El tejido lesionado se repara en pocos días o, en los casos más graves, en dos o tres semanas, desapareciendo el dolor y la dificultad para moverse.
En algunos casos se desarrollan adherencias entre tejidos, que en condiciones normales se deslizan con facilidad el uno sobre el otro, y el dolor y la rigidez muscular se prolongan durante más tiempo.
Cuando se produce una inflamación, la propia lesión hística, o del tejido, estimula el aporte sanguíneo con el cual el organismo repara el tejido lesionado; esto produce un foco inflamatorio en el que se concentran una serie de células y sustancias sanguíneas que, una vez finalizado el proceso repador, han de ser reabsorbidas por el flujo circulatorio. En los casos de inflamaciones extensas puede generarse un tejido fibroso en la zona afectada, de manera que se unan estructuras adyacentes, fusionándolas e impidiendo el deslizamiento natural de estos tejidos; estas adherencias no permiten el libre movimiento de los músculos afectados, y causan rigidez y dolor en grado variable.
Dichas adherencias tienden a desarrollarse cuando se producen traumatismos que requieren una inmovilización prolongada, y se deberá recurrir a la fisioterapia para devolver la elasticidad y la fuerza a los músculos.
PREVENCION Y TRATAMIENTO
Para prevenir las contracturas es aconsejable practicar ejercicios desde la juventud y mantenerlos, de forma más moderada, durante la madures.
También es recomendable realizar un calentamiento previo a cualquier actividad deportiva, y un enfriamiento posterior a ella, tiempo durante el que se reduce de forma gradual la actividad antes de darla por finalizada.
El reposo, ya sea absoluto o evitando los movimientos de los músculos afectados, pueden ser suficiente para solucionar una contractura muscular; si también están afectadas las articulaciones, conviene ejercitarlas con movimientos lentos.
La fisioterapia, que consiste en la aplicación de calor, masajes y la realización de determinados ejercicios, facilita la recuperación de este tipo de lesiones, aunque en determinados casos se debe recurrir a un centro de recuperación especializado para someterse a sesiones de hidroterapia, masajes y otras técnicas que ayuden a rehabilitar el funcionamiento de los tejidos.
Cuando la persona padece dolor y rigidez acentuada y permanente, se le puede inyectar en la zona lesionada algún anestésico local o hidrocortisona, ya que si la acción alivia el espasmo de los tejidos adyacentes y disminuye la intensidad de la inflamación y el dolor.
Sólo en casos extraordinarios puede ser necesaria la cirugía para devolver el movimiento a los músculos o las articulaciones donde se hayan formado adherencias.
El proceso inflamatorio subyacente a toda contracción puede ser tratado con antiinflamatorios.
Masajes
Uno de los elementos más útiles en los casos de contracturas son los masajes, ya que facilitan la recuperación de la movilidad y ayudan a aliviar el dolor.
El masaje actúa de dos formas: en primer lugar evita que se formen adherencias en el foco inflamatorio, y puede eliminar las de formación reciente, y en segundo lugar, la fricción que proporciona el masaje aumenta el flujo sanguíneo, lo que favorece y acelera la reparación de los tejidos.
La aplicación del masaje debe realizarse de forma gradual, con la yema de los pulgares, y con suficiente intensidad para friccionar los tejidos musculares; se recomienda el uso de aceites o sustancias lubricantes para facilitar el deslizamiento enérgico de los dedos sobre la piel sin provocar irritaciones.